Tradicionalmente las personas con problemas de salud mental han sido relegadas y excluidas socialmente, teniendo escasas oportunidades de participar en sus tratamientos, en la gestión de los recursos que les atienden o en la comunidad en la que viven.
Los nuevos modelos de recuperación íntimamente unidos a los movimientos internacionales de Derechos Humanos, reconocen la importancia que tiene la participación de los usuarios de servicios de salud mental. Fomentar la participación de los usuarios, no solo implica cumplir con un derecho que tienen las personas, sino que además lleva consigo importantes beneficios tanto para la recuperación como para la mejora en la calidad de las redes de atención.
Existe variabilidad en cuanto a la capacidad que las personas tienen a la hora de participar autónomamente en los distintos ámbitos en los que se desarrolla su vida. Por ello, se hace indispensable considerar y valorar esta capacidad, así como los apoyos que las personas necesitan a la hora de participar.
En este momento resulta ineludible contemplar la atención en salud mental integrando conceptos como el de participación y capacitación que posibilitan que las personas refuercen su rol de ciudadano.